;+) elbocata: agosto 2010

Día 1

Volamos con Wizzair, compañía de bajo coste húngara especializada en viajes al este de Europa. Aparte de lo cada vez ya más habitual de las compañías de este tipo, que te cobran por todo lo que se les ocurre (por facturar maleta, por imprimir tú mismo tu tarjeta de embarque, por pagar con tarjeta,...) de modo que el precio se va hinchando poco a poco, la experiencia con esta empresa no fue mala. Los vuelos tanto de ida como de vuelta salieron puntuales, los aviones eran A-320, no se pusieron porculeros con el equipaje de mano, había espacio razonable en los asientos y éstos disponían de bolsillito para dejar la cartera, las gafas o el libro. Sé que parecen tonterías, pero Ryanair, que para mí son los más brutos con los que he volado, te meten en asientos en los que no cabe nadie más alto de 1.80m y se han ahorrado el bolsillo, obligándote a llevar tus cosas cogidas de la mano o en el compartimento de arriba...

En fin, que bien. Llegamos al aeropuerto Chopin de Varsovia, que está a sólo 10 km de la ciudad. Justo en el hall de llegada hay un par de kioskos (Ruch y Relay) donde se pueden comprar los billetes de bus al centro. Cada uno cuesta 2,8 zl (zlotys o PLN, 1 €=4 PLN aprox). Así que cogimos el 175 (te puedes subir al autobús por donde quieras, no necesariamente por la parte delantera y ese billete lo tienes que validar dentro, en unas maquinitas) que en unos 20-25 minutos nos dejó en la estación de Centrum. Ahí nos bajamos y nos dirigimos al metro. Aprovechamos y compramos, en las máquinas expendedoras, un billete de 72h para cada uno para la zona 1. Este billete es muy útil. Vale para metro, tranvía y bus de toda la ciudad (la zona 1 es amplísima) y no es necesario validarlo en cada transporte. Ojo, en realidad no son de 72h, sino que finalizan a las 23h59 del tercer día natural desde que lo compraste. Es decir, si lo compras un lunes a las 22h00 finaliza el miércoles a las 23h59, no el jueves a las 22h00. Cuesta 16 zl y el aeropuerto está incluido en la zona 1. Si lo llegamos a saber hubieramos comprado directamente en el aeropuerto un billete de este tipo. En cualquier caso, como podéis ver, el transporte es muy barato, y en general, salvando el hecho de que algunos tranvías o autobuses más viejos no tienen aire acondiconado, el servicio está muy bien. Más información aquí.

Bueno, pues finalmente llegamos a nuestro hotel, ubicado cerca de la ciudad vieja: Stare Miasto. Dedicamos la tarde-noche de ese día a tomar contacto. Nos cayó una buena chupa de agua, así que ese día con familiarizarnos con el lugar tuvimos bastante. Tomamos un par de cosas típicas ese día: una zapiekanka, que no es más que un panini al que siempre, (o por lo menos en el sitio en el que estuvimos lo hacían siempre, sin preguntar ni nada) le echan ketchup y por lo tanto sabe a ketchup y cenamos unos pierogi, unas empanadillas cocidas muy buenas.

Día 2

Este día ya sí, cámara en mano y como buenos turistones, lo dedicamos a patear la ciudad siguiendo las recomendaciones que leíamos en la guía que llevábamos. Visitamos la Stare Miasto, con su Plaza del Castillo y la columna de Segismundo II, que forman una de las vistas más típicas de la ciudad, la Rynek o plaza del mercado, también muy bonita, las callejuelas empedradas, la barbacana,... Dedicamos unas horas a pasear tranquilamente por esta cuidad vieja, orgullo de los polacos, ya que fue reconstruida por completo, como buena parte de la ciudad, tras la devastación en que quedó sumida tras la segunda guerra mundial. En efecto, todo lo que se ve allí es una reconstrucción de edificios y calles medievales, pero no lo parece, y el esfuerzo polaco fue pronto recompensado, declarando a esta zona patrimonio de la humanidad en 1980.

Continuamos visitando la ciudad nueva, Nowe Miasto, el Monumento a la Insurrección, los Jardines Krasinski, el Teatro, el Ayuntamiento en la zona de Bankowy, los Jardines Sajones,... Comimos en un Sphinx, cadena polaca de restaurantes, y continuamos por la tarde con la Plaza de las Tres Cruces y parte de la Vía Real: la calle nuevo mundo (Nowe Swiat) y el camino de Cracovia (Krakowskie Przedmiescie). Ese día cenamos muy bien en la Rynek de la Stare Miasto.

Rynek - Stre Miasto

Día 3

Bajamos a desyunar al Blikle, un café emblemático de la ciudad y luego fuimos a ver el Palacio de la Cultura y de las Ciencias, mole arquitectónica regalo de Stalin a los polacos, que se levanta impresionante en la zona de Centrum. Se puede subir a la planta 30 donde tienen un mirador desde el que se puede ver toda la cuidad (20 zl, no se pueden subir mochilas que hay que dejar en un guardarropa en la planta sótano). A continuación, seguimos el rastro judío en Varsovia. Apenas hay gran cosa y está desperdigado, pero aún así vimos el trozo de muro del ghetto que queda de pie, algo muy curioso, porque no está en la calle accesible para todos, sino que se encuentra dentro del patio de un edificio de viviendas y para verlo hay que llamar al porterillo, el Monumento a los Héroes del Ghetto, un antiguo búnker y el lugar desde el que comenzaron a deportar judíos al campo de exterminio de Treblinka una vez que el III Reich decidió ejecutar la solución final.

Muro del gheto

Esa tarde visitamos también los dos grandes parques, el Ujazdowski y el Lazienki, apacibles, agradables y tranquilos. En este último se encuentra la famosa estatua de Chopin y los domingos se dan recitales, pero no fuimos en domingo...

Día 4

Rumbo a Cracovia. Los billetes de tren los habíamos comprado dos días antes en la estación central de Varsovia (ojo, no hay que meter la pata, hay otra estación justo al lado pero esa es para cercanías. Los trenes que te llevan a Cracovia salen de la estación Centralna). En cuanto a los billetes, nosotros compramos unos de segunda clase para un tren que tardaba unas 2h30 (Varsovia y Cracovia distan 300 km aprox.) y que costaban 110 zl cada uno. Los hay más baratos, que tardan más y que no son directos, van parando en estaciones intermedias.

El tren llegó a Cracovia con retraso (algo que nos ocurriría también a la vuelta) y en el trayecto te ofrecen gratuitamente un refresco o café y unas galletitas. Buscamos nuestro hotel, nos alojamos y al poco estábamos paseando por Cracovia y sus precioso centro medieval. No hace falta ningún billete de transporte. Lo que hay que ver en Cracovia se recorre perfectamente a pie. Ese día visitamos casi de todo: la Plaza Matejki, la Barbacana, la Puerta de San Florián, la Calle San Florián, la Rynek, la Iglesia de Nuestra Señora (por dentro, con el políptico), el Ayuntamiento Viejo, la Lonja de los Paños, San Adalberto, San Pedro y San Pablo, San Andrés (por dentro), la Calle Kanonicza, la Basílica de los Franciscanos (por dentro, con sus frescos de colores y sus vidrieras), el Collegium Maius, Santa Ana (por dentro, barroco rosita), Dominícos, Santa Cruz, Teatro, los Planty,... Bueno de todo. Pero ya digo, está muy cerca y se va viendo dando un paseo.

Iglesia de San Pedro y San Pablo

Por todo Cracovia, hay sitios que te ofrecen excursiones a distintos lugares turísiticos cercanos: Auschwitz, las minas de sal, los montes Tatra,... Nosotros teníamos pensado ir a Auschwitz, y, en principio, por libre ya que hay un autobús regular que va todos los días desde Cracovia y habíamos cogido los horarios. También se organizan visitas guiadas en distintos idiomas todos los días, incluido español, pero con mucha menos frecuencia que en inglés (que es cada media hora) y no nos cuadraba el horario, así que dimos con una agencia de estas que nos ofrecía la visita en español para el sábado por la mañana temprano (a las 8h00), llevándote y trayéndote en bus, y decidimos contratarlo. Creo que se llamaban Cracow City o algo así y nos costó 110 zl a cada uno.

Ese día cenamos en un húngaro y tomamos unas cervezas en un bar que estaba muy bien, pero del que no recuerdo el nombre. Eso sí, estaba en la calle Stolarska, antes de llegar a la Maly Rynek.

Día 5

Pues bien tempranito fuimos a Auschwitz-Birkenau en el tour que habíamos contratado. En el autobús te ponen la versión extendida del mismo documental de liberación del campo por parte de los rusos que ponen al llegar a Auschwitz si vas por libre. O eso nos dijeron porque no podíamos comprobarlo ya que no íbamos por libre. Estaba en inglés, subtitulado en español, pero la tele era lógicamente pequeña y a más de 3 filas de la misma no se leía nada.

El guía iba con nosotros desde el principio y al llegar allí te dan unos auriculares, él se coge un micrófono, y sintonizando su canal, te va contando mientras se hace la visita. Primero se visita el campo de Auschwitz, anterior al de Birkenau y al de Monowitz (este último destruido y no visitable). En este campo los barracones eran de ladrillo rojo y está intacto, como en las películas, con sus alambradas, sus letreros y todo. El campo es hoy un museo y algunos de los barracones se dedican a contar qué ocurría allí, cómo era la vida de los prisioneros,... Es un tanto morboso y llamativo. Por ejemplo, un barracón está dedicado a la llegada de los prisioneros y tienen allí montañas de maletas, gafas, prótesis, zapatos,... que les quitaban nada más llegar. O el propio pelo que les cortaban y luego mandaban a fábricas alemanas para hacer tejidos (sí, hay kilos de pelo con 70 años antigüedad). También se ve el barracón 11 dedicado a los castigos, la pared de fusilamiento, o la pequeña cámara de gas y crematorio de este campo.

Auschwitz

Tras un descanso (la visita a este primer campo dura 1h15 aprox.) se toma de nuevo el autobús y se va a Birkenau, campo que se proyectó después porque Auschwitz se quedaba pequeño y que era capaz de albergar decenas de miles de prisioneros. Aquí había cuatro gigantescas cámaras de gas y crematorios (de los que hoy sólo quedan ruinas), el tren con los prisioneros llegaba hasta el interior del campo y se visitan las letrinas y los barracones de madera donde se hacinaban los prisioneros. El 70% de los llegados no vivían más del primer día y se calcula que en Auschwitz-Birkenau, murieron 1.3 millones de personas. Cágate. En la visita a los dos campos todo el mundo está como pensativo y nadie sonríe. Es curioso...

Barracón de prisioneros - Birkenau

La visita a Birkenau dura unos 50 minutos. Tras eso, de vuelta a Cracovia. La tarde, con tormentas esporádicas, la dedicamos a comprar algunos regalos, tomar algo en el bar Philo de la calle Tomasza con el Camelot de la misma calle, pasear por los Planti, comprar los billetes de vuelta a Varsovia, cenar,...

Día 6

El sexto día fue para visitar la colina de Wawel con el castillo y la catedral. Aquí hay algo a tener en cuenta a la hora de comprar las entradas al castillo si vas por libre. Llegamos a las taquillas a las 10h y nos chupamos 1h de cola. Las entradas son limitadas cada día, se compran por separado para cada exposición que quieras ver y la hora de visita está fijada en la entrada. Compramos para ver las State Rooms (12h35) y los Royal Apartments (15h50). Dentro del recinto de Wawel está también la catedral, pero fuimos un domingo y había oficios religiosos cada dos por tres a los que no se puede asistir a no ser que de verdad vayas a escuchar misa. Así que cuando se acabaron, todo Dios entró (entramos) y aunque la catedral por dentro ciertamente tiene interés (están enterrados bastantes de los reyes polacos), la vimos mal por el exceso de gente. Se pueden visitar las criptas y el campanario, pero no lo hicimos.

Patio del Castillo - Wawel - Cracovia

El patio del castillo sí está bien pero las visitas que cogimos, supuestamente las más interesantes, tampoco eran para tirar cohetes. Al menos la segunda, la de los Royal Apartments era guiada (en inglés) y bueno, te cuentan algo.

En fin, como entre visita y visita teníamos tiempo, ese día comimos en un bar de leche de la calle Grodzka, una movida, herencia de la época comunista, de restaurantes autoservicio con comida casera polaca. Son muy baratos y se come bien. En el que estuvimos sólo había polacos!! Antes de volver a la segunda visita vimos la ceremonia de la hlena, una fanfarria tocada cada día a las horas en punto desde una de las torres de la Iglesia de Nuestra Señora.

Tras la segunda visita programada al castillo, nos bajamos al barrio judío de Cracovia, el barrio Kazimierz. Nos gustó mucho. Tiene un rollito de ambiente bohemio, con bares modernos y divertidos como los dos en los que estuvimos, el Alchemia y el Propaganda, y con restaurantes de comida kosher. Visitamos la sinagoga Isaac (no merece la pena en absoluto) porque la Remu'h estaba cerrada. Ya digo, nos pareció que teníamos que haber dedicado más tiempo a este barrio, pero nuestra estancia en Cracovia tocaba a su fin.

Bar Propaganda - Kazimierz - Cracovia

Día 7

El último día lo dedicamos a hacer alguna última compra, a pasear por el centro de Cracovia y a visitar por dentro el Collegium Maius, que tampoco merece mucho la pena. La visita es guiada, en inglés, y la guía pone interés y hay alguna sala que estaba bien y tal, pero vamos que no hubiese pasado nada por no verlo. Ah, tiene un reloj de esos con personajes que van saliendo, pero cuando fuimos nosotros estaba en reparación y no lo pudimos ver funcionando. Y poco más. A mediodía cogimos el tren de vuelta a Varsovia y allí dimos una última vuelta y cenamos por la zona de Stare Miasto.

Día 8

Nuestro avión de vuelta salía prontísimo (6h00) así que de este día poco hay que contar, salvo que fuimos en taxi desde el hotel en el que estábamos alojados (esta vez era otro, situado en la zona de Centrum) al aeropuerto y para que sirva de referencia nos costó 41zl.

Epílogo

Nos ha gustado mucho este viaje, con lugares con mucha historia, gente agradable, buena comida y bebida, bares chulos, precios asequibles, ninguna sensación de inseguridad,... De lo visitado yo destaco, de Varsovia, por este orden, lo siguiente: la Stare Miasto, la Vía Real y los jardines Lazienki. Y de Cracovia, prácticamente todo, incluido el tour a Auschwitz, aunque visitar por dentro el castillo de Wawel tal vez no sea necesario y me hubiese gustado pasar más tiempo en el barrio de Kazimierz.

Última película vista en el cine...

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lunes, 30 de agosto de 2010

domingo, 29 de agosto de 2010