domingo, 6 de enero de 2008

Praga (15-12-2007 / 18-12-2007)

Día 1


Salimos de Barajas a las 7h30, volamos con Czech Airlines (que por cierto, y en contra de la tendencia actual, nos dieron desayuno en el avión) y llegamos a Praga a eso de las 10 y pico. Al salir del aeropuerto, vas buscando las indicaciones de autobús y siguiendo los letreros llegas a la parada del 100.

El ticket se lo puedes comprar al autobusero por 25 coronas checas (1€ = 27Kc. Para hacerte tus cuentas mentales simplificas a 25 y listo) y lo validas en el propio bus. En unos 15 minutos te plantas en la estación de metro de Zlicin, que es la línea B, naranja. De allí en unos 30 minutos llegas al centro. No hace falta comprar un billete distinto para el metro. Te sirve el del bus, ya que una vez validado es útil durante 90 minutos. En Praga, las distancias no son grandes, pero para cuando te hagan falta desplazamientos mayores o no te apetezca continuar andando, lo más útil es el metro o el tranvía. Los tickets los compras en la estación y los validas en las máquinas que hay en los accesos. Ticket no validado es ticket inútil y ojo!, no vayáis de listos y digáis: "Bah, si no hay tornos. Yo paso sin billete, quién me va revisar?" porque sí hay revisores. En el tiempo que estuvimos nosotros y en lo que cogimos el metro, que no fue mucho, nos encontramos con revisores dos veces.

Después de llegar al hotel nuestro recepcionista, Radek, muy majo él, nos señaló en un mapita qué podríamos ver en los días que íbamos a estar y nos recomendó un par de sitios para comer. Así que dedicamos lo que quedaba del día a ver lo que teníamos cerca -que era casi todo- dando una vuelta que nos trajera de regreso luego al hotel.

Así vimos la Plaza de la Ciudad Vieja, con la estatua de Jan Hus, la Iglesia de Nuestra Señora delante de Tyn y el Ayuntamiento Viejo con su famoso reloj astronómico. La plaza estaba muy bien en esta época porque estaba llena de puestos de navidad: tenderetes de bolas de navidad, juguetes de madera, salchicha en la calle, vino caliente o trdlos, unos rollos de masa con canela que estaban muy buenos.

Puesto de trdlos

Por esta plaza pasábamos todos los días varias veces porque nos pillaba al lado y de noche con la ilumincación estaba especialmente bonita.

Plaza de la Ciudad Vieja

De allí, dimos una vuelta grande hasta regresar al punto de partida, tal y como nos había dicho Radek, y así llegamos al río Moldava, a la altura del Rudolfinum, y luego bajamos y vimos el conocido puente de Carlos, lleno de gente y con sus vigilantes estatuas y ese halo de misterio, de trozo del medievo traido a nuestro tiempo, acentuado además en estos días fríos (no llegamos ningún día a sobrepasar los 0º) con la neblina que se levanta desde el río. Para mí, pasear por Praga es como pasear por un cementerio antiguo, de esos que tienen solera y mucha piedra, con estatuas manchadas de musgo, hojas de otoño por el suelo y vaho saliendo de la boca.

Continuamos por Smetanovo y luego torcimos a la altura del Teatro Nacional por la calle de Narodni trida hasta llegar a la Plaza de Wenceslao, Na Prikope y la Namesti Republiky con la Torre de la Pólvora y la Casa Consistorial. Bonito paseo.

Esa noche, cenamos en un sitio típicamente checo que nos recomendó Radek y que estaba muy bien. Cena a base de asado de pollo y cerdo, con buena cerveza.

Día 2


Bueno, tras la toma de contacto, nos vestimos con nuestros pololos favoritos, gorro, bufanda, guantes, chaqueta y con la capa de turistones y guía en mano, nos propusimos visitar el otro lado del río Moldava con los barrios de Mala Strana y Hradcany.

Metro a Malostranska y a partir de allí visitamos el Palacio de Wallenstein que hoy acoge el Senado checo, los apacibles jardines de Vojan,

Jardines de Vojan

la isla de Kampa, ideal para pasear -si no llueve mucho, como ocurrió en Agosto del 2002 con las inundaciones que asolaron centroeuropa, el muro de John Lennon, testigo mudo de las ansias de libertad de los jóvenes checos en la época comunista, el callejeo por Mala Strana y la ascensión por la colina de Petrin a la torre vigia del mismo nombre, imitación de la torre Eiffel de Paris a mucho menor escala y desde la que se tienen unas vistas espectaculares de la ciudad.

A partir de allí, al Monasterio de Strahov y la plaza del santuario barroco de la Loreta para luego confluir con el final de calle Novy Smet y subir desde allí a la plaza de Hradcany, a las puertas del castillo

Castillo de Praga

Así terminamos esta rutilla por los jardines y parques más emblemáticos de Praga, pero nos quedamos sin ver los jardines de Vrtbov ni los jardines del palacio bajo el Castillo de Praga, que al parecer merecen la pena, porque ambos están cerrados en invierno. Por la tarde (aunque ya era noche cerrada, porque a esas alturas de Diciembre y estando tan al este de nosotros, pero con el mismo huso horario, a las 16h ya era de noche) visitamos la antigua fortaleza de Vysehrad, es decir, el emplazamiento original donde surgió lo que hoy es Praga. Un lugar tranquilo con pequeñas joyitas como la Iglesia de San Pedro y San Pablo y su cementerio.

Vysehrad

Día 3


El tercer día tenía un único objetivo: el monumental Castillo de Praga y todo lo que en él se encuentra. Tomamos el metro a Malostranska y desde allí el tranvía 23 que está a la puerta y que te deja a poca distancia del Puente de la Pólvora sobre el Foso del Ciervo (a que mola, eh).

Áquello es grandísimo y dentro del recinto del Castillo hay varios monumentos. Se pueden comprar entradas combinadas válidas para dos días que permiten entrar a varios de ellos. Nosotros compramos la entrada A que da acceso a todo y además cogimos la audioguía (si vamos, vamos con todas las consecuencias). No recuerdo ahora exactamente los precios pero la suma de las dos cosas debía estar en torno a los 15€ . Vimos la Catedral de San Vito, espectacular, con el sepulcro en plata de San Juan de Nepomuceno -patrón checo y conocido por haber sido sacrificado por no querer desvelar al rey los secretos de confesión de la reina. Tiene una estatua en el puente de Carlos que todo el mundo soba, porque si lo haces cuentan que volverás a Praga- y la vidriera de Alfons Mucha, artista art nouveau del que me tengo que conseguir alguna lámina.

Vidriera de Alfons Mucha

Luego visitamos el Antiguo Palacio Real, con la inmensa sala donde prestan juramento todos los dirigentes checos y la historia sobre la primera defenestración (los checos cuentan con dos defenestraciones históricas). A continuación la Basílica románica de San Jorge, interesante, y por último el visitadísimo Callejón Dorado, con sus casitas de colores, hoy pequeñas tiendecitas de recuerdos y artesanía.



Casa de Kafka en el Callejón Dorado - Castillo de Praga
Vimos el cambio de guardia y aún alguna cosa más del Castillo como la Torre de la Pólvora o el Daliborka, pero podríamos no haberlas visto y no hubiese pasado nada. Quedaron aún más cosas sin ver, alguna porque ese día estaba cerrada y otras porque ya pasamos (Museo del Juguete, Palacio Lobkowicz, Historia del Castillo de Praga,...) .

Bajamos por la calle Nerudova, muy interesante, al puente de Carlos y fuimos a una cervecería típica en la que destilan su propia cerveza en la planta de arriba y luego ya dedicamos el resto de la tarde a hacer algunas compras.

Día 4


El último día, nuestro avión salía por la tarde, así que aún nos dió tiempo a ver cosas que teníamos pendientes, como el Museo Judío.

En realidad se trata de una entrada combinada (300 Kc) con la que puedes visitar varias sinagogas (Española, Miasel, Klaus, Pinkas) y el cementerio judío, todo ello distribuido en varias calles del antiguo barrio judío de Josefov, en StareMesto, la ciudad vieja. A mí me gustó mucho y es muy recomendable, especialmente el cementerio.

Cementerio del barrio de Josefov

Y por último, pese a tenerlo tan cerca, aún no habíamos visto el mecanismo del reloj astronómico funcionar (lo hace cada hora en punto), así que lo hicimos y también paseamos con más detalle por algunas zonas de Stare Mesto, llegando nuevamente a la isla de Kampa y al puente de Carlos, donde terminamos.

Puente de Carlos desde la isla de Kampa

Epílogo


Sin duda, se nos hizo corto. Era una pena que la noche se echara encima tan pronto y que hiciese el frío que hacía. Es lo que tiene diciembre. A cambio todo estaba decorado de Navidad y merecía la pena verlo.

De Praga yo me quedo con la Plaza de la Ciudad Vieja, el Cementerio Judio, el Puente de Carlos y los paseos y parque de la isla de Kampa y la colina de Petrin. Y también con sus asados y por supuesto, la cerveza!!!

2 comentarios:

Selena27 dijo...

gracias por el resumen , ya lo tengo decidido pienso visitar praga el año que viene, en primavera o verano seguro.

Berto dijo...

Bueno, pues muy bien. Hicimos parte del trayecto que pones, en días diferentes a los vuestros. Pero básicamente hicimos lo mismo. El ambiente quizá sea más melancólico en invierno. En Agosto. mucho calor y mucha gente. Fecha perfecta para disfrutar de la gran cerveza checa!
Gracias por el itinerario!
Abrazotes